Evangelio (Jn 3, 13-17)

Tiene que ser elevado el Hijo del hombre

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
–«Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».

Comentario

Este domingo interrumpimos la lectura del evangelio de San Lucas al celebrar la exaltación de la Santa Cruz. Celebramos con alegría el triunfo de la cruz, en donde Cristo ha vencido el pecado y la muerte con su entrega generosa. Por eso honramos la cruz como fuente de vida, en donde se expresa todo el amor de Dios por cada uno de nosotros.

—En su discurso con Nicodemo, Jesús anuncia como Él va a ser elevado en la cruz, como Moisés elevó la serpiente en el desierto. Como los mordidos de serpiente quedaban curados al mirarla alzada por Moisés, los que crean en el Hijo del Hombre alzado en la cruz alcanzarán la vida eterna ¿Creo en Jesucristo crucificado como el Hijo de Dios y salvador de todos los hombres? ¿Acojo la cruz, como el medio imprescindible para participar de la salvación?

—En la cruz de Jesús se muestra todo el amor infinito de Dios Padre por nosotros, que ha entregado a su Hijo en la cruz. ¿Me conformo en mi vida con el amor de Dios Padre, expresado en la cruz, o voy buscando otros amores?

—Todos los que crean en Cristo crucificado alcanzarán la vida eterna. ¿Pido por mi familia y por mis amigos, para que crean en Jesucristo crucificado y puedan alcanzar la vida eterna? ¿Ofrezco mi vida y mis oraciones por este fin?

—En la cruz de Cristo se muestra como el proyecto de Dios no es la condenación, sino la salvación del mundo. Para esto ha venido el Hijo del Hombre. ¿Descubro a Dios como el que me salva, como el que busca mi bien? O por el contrario ¿Vivo la vida cristiana como una especie de compromiso agobiante? ¿Me siento redimido por Dios desde lo más interior?

—Jesús está presente en la Eucaristía, porque antes ha entregado su vida en el madero redentor. ¿Soy consciente de que cuando comulgo a Cristo en la Eucaristía, acojo todo el misterio de amor manifestado en la cruz?

—En muchas personas abandonadas, enfermas, que están solas, que han perdido el sentido de su vida…, tantas que están sufriendo, se muestra el misterio de la cruz. ¿Acojo a estas personas como si fueran el mismo Jesús crucificado?

Himno Liturgia de las horas (Santa Teresa)

En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo.

En la cruz está «el Señor de cielo y tierra», y el gozar de mucha paz, aunque haya guerra. Todos los males destierra en este suelo, y ella sola es el camino para el cielo.

De la cruz dice la Esposa a su Querido, que es una «palma preciosa» donde ha subido, y su fruto le ha sabido a Dios del cielo, y ella sola es el camino para el cielo.

Es una «oliva preciosa» la santa cruz, que con su aceite nos unta y nos da luz. Alma mía, toma la cruz con gran consuelo, que ella sola es el camino para el cielo.

El alma que a Dios está toda rendida, y muy de veras del mundo desasida, la cruz le es «árbol de vida» y de consuelo, y un camino deleitoso para el cielo.

Después que se puso en cruz el Salvador, en la cruz está «la gloria y el honor», y en el padecer dolor vida y consuelo, y el camino más seguro para el cielo.

Peticiones.

Por la Parroquia: para que los que formamos parte de esta parroquia estemos dispuestos a entregar la vida como Cristo en la cruz

Por la Iglesia: Por la santidad de todos los sacerdotes.

Por el Mundo: Para que los niños y jóvenes que comienzan el curso escolar, crezcan en sabiduría para servir mejor a la sociedad del futuro.

Oración

Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo