Evangelio  (Lc 3, 10-18)

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino deprisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
–«¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Comentario

Juan Bautista cede el protagonismo a la Virgen María, que llevó en su seno al salvador, y que en su visita a Isabel —también embarazada— mostró el verdadero gesto de Caridad: de acercar a Dios a los demás. Nosotros podemos aprender de la Virgen María al escuchar atentamente la Palabra de Dios.

—«María se levantó y se puso en camino hacia la montaña» para atender a Isabel. Embarazada no repara en atender a quién más lo necesita. Desde el principio María se preocupa de los demás. ¿Se puede decir lo mismo de mí? ¿Aún con mis problemas, estoy más pendiente de los demás que de mí mismo?

—«En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre». María, llevando en su seno al salvador, provoca el gozo de la humanidad representada por Juan. ¿Me lleno de alegría al saber que Dios se ha fijado en mí y viene a quedarse conmigo? ¿Mi vida se caracteriza por el gozo ó por el lamento?

—El Verbo de Dios se transparenta nítidamente a través del “cristal” de María, “transparencia” de Dios”. Además, yo como María, llevo en mi interior a Jesús cuando comulgo. ¿Soy transparencia de Dios para los demás? ¿Los demás pueden ver en mí a Jesús? ¿Los demás se llenan de alegría, al ser visitados por Jesús que habita en mí?

—Isabel reconoce humildemente su condición: «¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?». Isabel se siente total e inmerecidamente agraciada porque Dios se haya fijado en ella. ¿Vivo la Navidad como un regalo inmerecido ó como algo sabido a lo que tengo derecho? ¿Me preparado para el nacimiento de Jesús?

—Isabel regala a María la gran bienaventuranza que necesitamos nosotros: «Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá». María es la mujer de fe, que ha creído en la acción de Dios y se dispone a dejarse hacer por Él. María es la mujer obediente, dócil al plan de Dios, la mujer contemplativa que todo lo confía en quien la ha llamado. Y por eso es Bienaventurada. Podemos ahora repetir la frase de Isabel, con el deseo de vivirlo nosotros..

Poesía «Cristal»: Lope de Vega

Juan resplandece este día | en el vientre de Isabel, | que Cristo es sol, y da en él | por el cristal de María.

Luego que las dos se han visto | y abrazos tiernos se dan, | resplandece Cristo en Juan, | y Juan reverbera en Cristo; | cuya gloria y alegría | siente en su vientre Isabel, | que Cristo es sol, y da en él, | por el cristal de María.

En Juan la vista sagrada | pone el Niño celestial, | por antojos del cristal | de su divina preñada; | quedaron desde aquel día | ángel Juan, cielo Isabel, | que Cristo es sol, y da en él, | por el cristal de María.

Peticiones

Por la Parroquia: Por nuestros voluntarios de Cáritas. Para que llenos de Dios, transmitan su ternura hacia los más pobres

Por la Iglesia: Por los misioneros. Para que su vida sea un verdadero testimonio de la presencia de Dios entre los hombres

Por el Mundo: Por los niños y jóvenes que no tienen la formación necesaria..

Oración

Derrama, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que, quienes hemos conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de Cristo, tu Hijo, lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección.