Evangelio  (Jn 3, 16-18)

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».

Comentario

Celebramos este Domingo la solemnidad de nuestro Dios, que es amor en sí mismo, entre las tres divinas personas, y que expande su amor hacia todo lo creado. Nosotros escuchamos a la segunda persona divina, que nos introduce en este caudal de amor.

—«Tanto amó Dios al mundo». Podemos ver todo el mal que hay en el mundo, y como Dios ama incondicionalmente lo que ha creado. No deja de amarlo, no lo condena, aunque no responda a su amor. Y Dios me llama a tener este mismo amor por el mundo. ¿Cuál es mi reacción ante todo el mal que veo en el mundo?

—«…Que entregó a su hijo unigénito». Dios Padre no se ha quedado con la buena intención, sino que ha entregado lo más querido para Él: a su hijo. Sólo contemplando este amor, el mundo puede convertirse al amor. ¿Yo me quedo en la buena intención ó entrego mi vida como expresión de mi amor?

—«…Para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna». Dios quiere dar la vida al mundo, por la fe en su Hijo Jesús. ¿Soy testigo de esta verdad delante de los que no conocen a Cristo? ¿Soy consciente de la necesidad de creer en Jesús para salvarse?

—«Dios no envío su Hijo al mundo, para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él». Todo el amor infinito que existe en el seno de la Santísima Trinidad, se expande hacia el exterior, para llamar al hombre a la salvación. Dios sufre enormemente cuando el hombre está en la muerte. Y por eso, se comunica por amor, para salvar al hombre.

—«El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído…». Cuando me encierro en mí mismo, cuando no confío en el amor de Dios que me desborda, cuando me dejo esclavizar por el egoísmo y por mis propios gustos, me estoy auto-apartando de la salvación. Y no es Dios quien me juzga, sino yo mismo quien me aparto de la vida que Dios me quiere dar. ¿Por dónde va mi vida? ¿Es el amor lo que prima en vida?

Peticiones

Por la Parroquia: Por los jóvenes y adultos que van a recibir próximamente el Sacramento de la Eucaristía y de la Confirmación

Por la Iglesia: Por los monasterios de vida contemplativa. Para que vivan con radicalidad su ofrenda a Dios a través de la oración y de la santidad de su vida por el bien de la Iglesia y del mundo

Por el Mundo: Por los gobernantes. Para que busquen sinceramente el bien común de todos los ciudadanos.

Oración final

Dios Padre, que, al enviar al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación, revelaste a los hombres tu admirable misterio, concédenos, al profesar la fe verdadera, reconocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar la Unidad en su poder y grandeza.