Evangelio (Mc 10, 12-16)
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre
En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:
–«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
–«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
–«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
–«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo:
–«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
–«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.
Comentario
Este domingo Jesús nos habla sobre el matrimonio y su necesaria unidad. Nosotros, al adorar a Jesús en la custodia, le pedimos por las familias, para que se mantengan siempre unidas.
—Jesús presenta el plan original de Dios sobre el matrimonio: «Ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Este es el proyecto de Dios que el hombre no puede cuestionar. Por eso no forma parte del plan de Dios el divorcio. ¿Vivo con este convencimiento y lo manifiesto a los demás?
—Jesús presenta el proyecto de Dios como algo bueno para el hombre y la mujer. El matrimonio y la unidad en la familia es algo que hace crecer a la persona y a la sociedad. Al ser una sola carne entre los dos se ayudan mutuamente. Ahora, al adorar al Señor, le pido que esta realidad la infunda en la mente y en el corazón de todos los matrimonios. También de los gobernantes. Y doy gracias a Dios por el don del matrimonio, que es algo precioso para nuestra sociedad y para nuestra Iglesia.
—Jesús habla también de las ofensas contra el matrimonio: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera». A veces, lamentablemente no hay más solución que la separación. Pero no se puede ofender al matrimonio y a Dios, uniéndose con otra persona ¿Rezo por los matrimonios que pasan dificultades en su relación? ¿Confío en la ayuda de Dios para que puedan solucionarlo?
—Jesús se enfada con sus discípulos cuando le apartan de los niños porque molestan. Jesús nos da la enseñanza de que sólo podemos acercarnos al Reino de Dios si tenemos el espíritu de un niño, si acogemos la palabra de Dios con docilidad, si nos fiamos de Dios como un niño se fía de su padre. ¿Tengo el espíritu sencillo y humilde de un niño? ¿Me dejo enseñar por Dios como un niño se deja enseñar por sus mayores?
Texto: Tertuliano (S. III)
¿Dónde encontraremos palabras para expresar la felicidad de un matrimonio que la Iglesia une, la oblación divina confirma, la bendición consagra, los ángeles lo registran y el Padre lo ratifica? … ¡Qué dulce es el yugo que une a dos fieles en una misma esperanza, en una misma ley, en un mismo servicio! Los dos son hermanos, los dos sirven al mismo Señor, no hay entre ellos ninguna desavenencia ni de carne ni de espíritu. Son verdaderamente dos en una misma carne; y donde la carne es una, el espíritu es uno. Ruegan juntos, adoran juntos, ayunan juntos, se enseñan el uno al otro, se animan el uno al otro, se soportan mutuamente. Son iguales en la iglesia, iguales en el festín de Dios. Comparten igual las penas, las persecuciones y las consolaciones. No tienen secretos el uno para el otro; nunca rehúyen la compañía mutua; jamás se causan tristeza el uno al otro… Cantan juntos los salmos e himnos. En lo único en que rivalizan entre sí es en ver quién cantará mejor. Cristo se regocija viendo y oyendo a una familia así, y les envía su paz. Donde están ellos, allí está también Él presente, y donde está Él, ¡el maligno no puede entrar!
Peticiones
—Por la Parroquia: Por los niños y jóvenes que comienzan la catequesis
—Por la Iglesia: Por los matrimonios cristianos que pasan dificultades en su relación.
—Por el mundo: Por las autoridades públicas. Para que defiendan siempre el matrimonio tal como ha sido pensado por Dios
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir.