Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los «sacramentos de la iniciación cristiana», cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal (cf OCf, Praenotanda 1). En efecto, a los bautizados «el sacramento de la confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras» (LG 11; cf OCf, Praenotanda 2) (Catecismo de la Iglesia Católica, Num 1285)
El cristiano que ha profesado su fe en Cristo siente en su propia persona la debilidad humana para ser fiel a la voluntad de Dios y dar testimonio de Jesucristo en medio de nuestro mundo, hostil a las cosas de Dios. Necesita una efusión especial del Espíritu Santo, que le dé la sabiduría para obrar rectamente y la fuerza para hablar de Dios y de su voluntad a los hombres.
Por eso, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, sólo se culmina la Iniciación Cristiana con el sacramento de la Confirmación. Todos los cristianos estamos necesitados de este sacramento. No basta el Bautismo y la Eucaristía para ser buen cristiano. Sólo quien está fortalecido con el don especial del Espíritu Santo, recibido en este sacramento, puede actuar con el mismo Espíritu de Cristo en medio de nuestro mundo, y recibir la plenitud de la gracia bautismal.
El que recibe el Sacramento de la Confirmación se une más estrechamente a Cristo, tiene la posibilidad de vivir plenamente en comunión con él, porque recibe el mismo espíritu que recibió Jesús en las aguas del Jordán antes de comenzar su misión pública. Por eso, el confirmado, puede experimentar, que mientras siente la debilidad de su propia condición humana, recibe la fortaleza de Dios que le hace capaz.
La Iglesia, y más en concreto la Parroquia, se ve beneficiada cuando un cristiano recibe el sacramento de la Confirmación. La Comunidad cristiana se siente fortalecida, porque quien recibe este Sacramento, es para realizar una misión dentro de la Iglesia en beneficio de la extensión del Reino de Dios.
No se entiende que quien quiere recibir el don del Espíritu Santo, o haya recibido ya el sacramento de la confirmación, no participe de la celebración de la Eucaristía con toda la comunidad. Es necesario para recibir dicho don, el participar de la misa dominical con toda la comunidad cristiana. Y junto con el sacramento de la Eucaristía, cuidar su vida de gracia con el sacramento de la Penitencia.
Por otra parte, nuestro mundo, necesitado de Dios (aunque no sea consciente de ello), no necesita de grandes medios humanos para escapar del mal, de la mentira, de la corrupción y del pecado. Necesita especialmente la cercanía de Dios, a través de quienes son ungidos por el Espíritu Santo, para descubrir su amor y volverse a Él. Quien ha recibido el sacramento de la confirmación es consciente del hambre de Dios que tiene el hombre de nuestro tiempo, y se ofrece generosamente para ofrecer el don que ha recibido a sus hermanos.
El don del Espíritu Santo convierte a la persona totalmente haciéndola capaz de responder a Dios con la santidad de su vida. Esta es la idea clara que tienen que tener los que reciben el sacramento de la Confirmación. Y con este fin han de prepararse para recibir conscientemente este sacramento.
Este sacramento lo pueden recibir los bautizados que tengan la madurez suficiente para vivir consecuentemente el don del Espíritu Santo. El camino normal suele ser después de haber sido bautizado y hacer recibido el sacramento de la Eucaristía. Pero también puede haber adultos que, sin estar bautizados o que no han recibido la Eucaristía, se han encontrado con el Señor, quieren corresponder a la gracia de Dios y desean iniciar la preparación para los sacramentos de la Iniciación Cristiana. Dependiendo de la situación personal, el proceso de preparación será el más apropiado.
Una vez al año, por Pascua (cerca de Pentecostés) celebramos en nuestra parroquia el Sacramento de la Confirmación, que es presidido por el Sr Obispo o en su nombre el Sr. Vicario.
El sacramento de la Confirmación lo reciben los niños preadolescentes que tienen 14 años, después de 4 años de preparación, después de la Primera Comunión. Las catequesis son los viernes de 6 a 7 de la tarde. Los adultos también lo pueden recibir siguiendo un proceso especial acomodado a ellos. Una vez al año, por Pascua, se celebra el Sacramento de la Confirmación