Evangelio  (14,23-29)

El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».

Comentario

Este domingo escucharemos la despedida entrañable de Jesús con sus discípulos, antes de ascender al cielo. Nosotros nos colocamos entre sus oyentes, pues estamos delante de Él en la custodia. Le escuchamos atentamente..

—Nuestra relación con Jesús tiene que estar atravesada por el amor a Él con todo el corazón. Y la expresión de este amor, será «guardar su palabra», como lo más querido y deseado, viviendo una unión entre el corazón de Cristo y el mío. ¿Amo a Cristo de esta manera? ¿Vivo la palabra de Dios uniéndome a su palabra, que es Cristo?

—Al guardar la palabra de Jesús, hacemos de nuestra vida “hogar” cálido de la Santísima Trinidad: «mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él». ¿Soy consciente de la consecuencia de guardar la palabra de Cristo?

—No guardar la palabra de Jesús supone no amarle. Puedo vivir en la mentira, si digo que le amo y no cumplo lo que Él quiere de mí. ¿Mi vida se caracteriza por la verdad? ¿Amo al Señor con todas las consecuencias?

—Jesús es fiel a la palabra del Padre y nos dice lo que ha oído de Él. Pero quien nos enseñe todo esto, y nos lo vaya recordando, será el “defensor” el Espíritu Santo. ¿Acudo al Espíritu Santo para que me enseñe a guardar la palabra de Jesús? ¿Soy consciente de la necesidad que tengo de la fuerza del Espíritu Santo?

—Jesús nos da “su paz”, que no es la paz del mundo, sino la Unión con Dios, con los demás, y conmigo mismo. Es la paz que llena toda una vida y es consecuencia de estar lleno de Dios. ¿Tengo esa paz en medio de las dificultades? ¿Transmito esa paz a los que están a mi lado? ¿Soy reflejo de la luz de Dios ante los demás?